Hoy abordaremos cómo los recientes nombramientos militares de alto perfil en Ucrania y Rusia destacan las marcadas diferencias en sus elecciones de liderazgo y las posibles implicaciones para el futuro de la guerra.
El 29 de noviembre, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky designó al mayor general Mykhailo Drapaty como nuevo comandante de las Fuerzas Terrestres de Ucrania, acompañado por el coronel Oleh Apostol como subjefe del Estado Mayor. Por su parte, el presidente ruso Vladímir Putin reinstaló al coronel general Rustam Muradov, previamente destituido por fracasos catastróficos, como primer subjefe de las Fuerzas Terrestres rusas. Estas decisiones divergentes subrayan las prioridades y desafíos contrastantes que enfrentan ambas naciones.
La elección de Mykhailo Drapaty refleja un énfasis continuo en Ucrania por la meritocracia y la eficacia operativa. Drapaty tiene un historial destacado: estabilizó frentes críticos en las regiones de Járkiv y Lugansk, deteniendo los avances rusos cerca de Liptsi y Vovchansk. A pesar de condiciones políticas complejas y tensiones militares, mantuvo el orden y logró resultados significativos. Su liderazgo en los Grupos Tácticos Operacionales de Járkiv y Lugansk le valió elogios generalizados. La retroalimentación de los soldados refleja el enfoque práctico de Drapaty. Es ampliamente reconocido por su participación en las primeras etapas de la guerra en 2014, cuando participó en una de las operaciones más famosas del ejército ucraniano para recuperar Mariúpol del control enemigo.
Un video muestra un vehículo blindado de transporte de personal con él a bordo, atravesando una barricada erigida en una de las carreteras principales hacia la ciudad por separatistas prorrusos. Sus acciones le han ganado una reputación entre los soldados ucranianos, uno de los cuales destaca su familiaridad con las condiciones del frente y su trato igualitario hacia las tropas, cualidades que fomentan respeto y confianza dentro de las filas.
Un jefe de Estado Mayor de la 12ª Brigada Azov aprobó los nombramientos, pero expresó su pesar de que estas decisiones se tomaran solo después de contratiempos significativos. Sin embargo, los elogios hacia el profesionalismo y la competencia de Drapaty y Apostol son abrumadores, con muchos considerándolos esenciales para las reformas necesarias y los éxitos en el campo de batalla.
Oleh Apostol, otra figura destacada, aporta su liderazgo desde la 95ª Brigada de Asalto Aéreo, una unidad que ha tenido un desempeño admirable en operaciones de alto riesgo, incluyendo la detención de avances rusos en Toretsk y la realización de ofensivas en Kursk. Estos nombramientos reflejan un compromiso con un liderazgo adaptativo y orientado a resultados, y subrayan el objetivo del ejército ucraniano de mantener el impulso en el campo de batalla.
En marcado contraste, la reinstalación del coronel general Rustam Muradov a un rol de liderazgo senior en las Fuerzas Terrestres Rusas señala una priorización de la lealtad sobre la competencia. La gestión de Muradov como comandante del Distrito Militar Oriental y del Grupo de Fuerzas del Este estuvo marcada por fracasos repetidos.
Su liderazgo durante la desastrosa ofensiva cerca de Vuhledar a principios de 2023 resultó en pérdidas significativas de personal y equipo, dejando brigadas enteras diezmadas en ataques frontales inútiles. Este desastre generó críticas generalizadas de blogueros y analistas militares rusos, quienes ahora han renovado sus objeciones tras la reinstalación de Muradov.
La decisión de reintegrar a Muradov destaca problemas sistémicos dentro del mando militar ruso. En lugar de seleccionar líderes basándose en el desempeño en el campo de batalla, el Kremlin parece priorizar a aquellos que demuestran una lealtad incuestionable a Moscú. Si bien este enfoque puede asegurar la adhesión a directrices políticas, socava la eficacia operativa de Rusia, como lo evidencian los repetidos fracasos tácticos.
Los soldados ucranianos han reaccionado positivamente al nombramiento de Drapaty, expresando confianza en su capacidad para liderar e implementar los cambios necesarios. Su reputación de competencia, justicia y agudeza estratégica resuena con las tropas que han experimentado su liderazgo de primera mano. Este impulso moral es crucial para un ejército involucrado en operaciones prolongadas y de alto riesgo.
Por el contrario, la reacción ante la reinstalación de Muradov dentro de las filas rusas y la comunidad militar en general ha sido profundamente escéptica. Los blogueros militares rusos han criticado abiertamente la decisión, viéndola como un ejemplo de la incapacidad del Ministerio de Defensa para responsabilizar a los líderes fracasados. Esta frustración se suma a los problemas existentes de baja moral entre las tropas rusas, que ya enfrentan suministros inadecuados, condiciones duras y objetivos poco claros.
Los nombramientos contrastantes revelan mucho sobre las culturas estratégicas de Ucrania y Rusia. El enfoque de Ucrania en líderes capaces y probados en el campo de batalla sugiere un ejército decidido a mantener su impulso contraofensivo y adaptarse a las condiciones cambiantes del campo de batalla. El nombramiento de Drapaty señala una disposición para implementar reformas y refinar estrategias operativas, posicionando a Ucrania para un éxito continuo.
Por otro lado, la decisión de Rusia de reinstalar a Muradov indica una estructura de mando rígida y aislada, más preocupada por la lealtad política que por los resultados operativos. Esta decisión probablemente perpetúe el ciclo de tácticas ineficaces, como los costosos asaltos frontales que han definido gran parte de la campaña rusa. Sin un cambio hacia un liderazgo basado en méritos, el ejército ruso corre el riesgo de sufrir un estancamiento y una mayor atrición.
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