El ejército ruso en crisis: Falta de infantería para las ofensivas en oleadas humanas

Hoy analizaremos cómo el comando ruso continúa recurriendo a tácticas cuestionables para intentar debilitar las defensas ucranianas y avanzar en el frente. También examinaremos cómo estas decisiones afectan la calidad de las fuerzas rusas y evaluaremos la sostenibilidad de sus esfuerzos, considerando las significativas bajas que sufren.

Las tácticas de guerra de Rusia contra Ucrania se han centrado históricamente en el desgaste, caracterizadas por ataques constantes destinados a agotar los recursos militares y la moral ucraniana. Este enfoque busca imponer una presión sostenida sobre la economía y las capacidades de defensa de Ucrania, priorizando la resistencia a largo plazo sobre avances rápidos y decisivos. Sin embargo, esta estrategia ha resultado enormemente costosa para Rusia misma, exponiendo problemas de coordinación, logística y moral. Más recientemente, Moscú ha intensificado este enfoque, llevando sus métodos de desgaste a un nivel autodestructivo al involucrar a especialistas y tropas heridas en asaltos de alta intensidad.

En primer lugar, el comando ruso continúa utilizando ataques de olas humanas liderados por infantería, lo que resulta en pérdidas masivas. Un ejemplo destacado se encuentra en la dirección de Kurakhove, donde miles de soldados rusos han sido enviados a asaltos frontales sin el apoyo adecuado de vehículos blindados. Aunque inicialmente esta táctica logró debilitar las líneas defensivas ucranianas, ahora enfrenta un punto crítico debido a la falta de personal. En el sector norte del frente de Kurakhove, las fuerzas rusas han reducido significativamente su actividad tras repetidos fracasos y cuantiosas bajas infligidas por los defensores ucranianos. Este sector, controlado por el Distrito Militar del Este de Rusia, se encuentra debilitado después de un año de combates intensos en Marinka, Novomykhailivka y áreas adyacentes. En contraste, el Distrito Militar del Sur aún mantiene suficientes reservas para seguir presionando en la parte sur de esta región, complicando los esfuerzos defensivos de Ucrania.

Mientras tanto, varios blogueros militares rusos han criticado la estrategia del alto mando, denunciando que se envían tropas heridas a misiones de alto riesgo. A pesar de que el presidente ruso Vladimir Putin intenta proyectar una imagen de preocupación por los veteranos, numerosos informes indican lo contrario. Según un bloguero, soldados heridos reciben atención médica inadecuada y son forzados a regresar al frente pagando sobornos a sus comandantes para evitar ser enviados a la ofensiva sin estar completamente recuperados. Esta situación subraya la constante escasez de personal disponible en muchas áreas del frente.

En segundo lugar, el comando ruso también ha comenzado a comprometer la calidad de su infantería al depender de reclutas inexpertos y poco preparados. Algunos oficiales se refieren a estos soldados como "infantería de segunda categoría", reflejando una práctica no oficial pero generalizada. Estas tácticas no solo incrementan las bajas, sino que también perjudican la moral de las tropas más experimentadas.

En tercer lugar, el uso indebido de unidades especializadas se ha convertido en otro problema crítico. Por ejemplo, un soldado de un batallón de reconocimiento ruso informó recientemente que su unidad fue disuelta y sus miembros reasignados a divisiones de infantería agotadas. Esto no es un caso aislado: se ha informado que unidades de drones y otros grupos especializados están siendo reubicados en roles de combate directo, disminuyendo así la capacidad técnica de las fuerzas rusas.

El Instituto para el Estudio de la Guerra destaca que estos intentos de centralizar el control sobre unidades especializadas degradan la efectividad general de las fuerzas rusas, tratándolas como intercambiables en lugar de aprovechar sus habilidades únicas. Esta política ha generado frustración entre los soldados, muchos de los cuales cuestionan su lógica y sostenibilidad a largo plazo.

Viktor Kevlyuk, un experto del Centro de Estrategias de Defensa de Ucrania, señaló que la élite militar rusa está perdiendo calidad rápidamente. Las fuerzas especiales rusas han sufrido pérdidas tan altas que solo la mitad de su personal original permanece activo, mientras que los nuevos reclutas son generalmente menos preparados. Además, incluso las tropas aerotransportadas, consideradas entre las más efectivas, ahora incluyen soldados con entrenamiento limitado, reservas y convictos, reduciendo significativamente su capacidad operativa.

En conjunto, estas declaraciones confirman informes previos sobre la dificultad de Rusia para mantener un flujo constante de reemplazos. Según datos abiertos, en octubre de 2024, las bajas rusas alcanzaron niveles récord, lo que obligó a Moscú a buscar refuerzos, incluyendo un contingente de 12.000 soldados provenientes de Corea del Norte. A medida que las pérdidas continúan acumulándose, es probable que Rusia intensifique sus esfuerzos de movilización, apuntando a comunidades migrantes y minorías étnicas, además de ofrecer incentivos financieros. Sin embargo, estas medidas han demostrado ser insuficientes, dejando a las ofensivas rusas peligrosamente dependientes de asaltos de desgaste y tácticas de olas humanas.

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